Versículo:
Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Mateo 5:13
Comentario:
¿Qué mensaje está comunicando tu vida? Jesús dijo que, ante el mundo que observa, los creyentes deben ser como la sal y la luz. Cuando añadimos sal a una sopa, el sabor mejora visiblemente; cuando encendemos una luz, la oscuridad desaparece. Así también, nuestro carácter, conducta y conversación deben reflejar la importancia de Dios, la necesidad de Jesús y el poder del Espíritu Santo.
Para vivir una vida significativa que dé gloria al Señor, debemos comenzar leyendo y estudiando las Escrituras. Al meditar en la Palabra de Dios, Él se revela a nosotros y poco a poco sus principios se impregnan en nuestro modo de vivir.
Una excelente forma de aprender las lecciones bíblicas es estudiando la vida de grandes siervos de Dios como Abraham, Moisés, Daniel, Rut, David, Ester, María y Pablo. Sus historias nos enseñan cómo enfrentaron las dificultades, qué aprendieron de sus errores y cómo se relacionaron con el Señor.
A través de estos relatos y de toda la Biblia, aprendemos que nuestro Padre celestial tiene un propósito para cada uno de nosotros: conformarnos a la imagen de Su Hijo. Al reconocer esto, podemos cooperar con Su obra en nosotros y convertirnos en faros que guían a otros hacia Cristo, tal como el apóstol Pablo exhortó: “Sed imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo” (1 Corintios 11:1).
Oración:
Señor, haz que mi vida sea un reflejo claro de Tu amor y de Tu verdad. Que mis palabras, acciones y decisiones muestren al mundo quién eres Tú. Enséñame a vivir con propósito, siendo sal que da sabor y luz que disipa la oscuridad. Forma en mí el carácter de Cristo para que otros puedan verte en mí. Gracias por llamarme a ser un testimonio vivo de Tu gracia. En El Nombre de Jesús, Amén.