Levítico 18 – La santidad en las relaciones sexuales
Levítico 18 es un llamado directo a la santidad del cuerpo y del corazón. Dios establece que el pueblo redimido no debe vivir según los estándares del mundo, sino conforme a Su palabra.
La pureza sexual no es una carga, sino una expresión de fidelidad y amor hacia Dios, quien creó la sexualidad con propósito y límites santos.
Las prohibiciones de este capítulo no buscan reprimir, sino proteger:
protegen la familia, la dignidad humana, la fidelidad matrimonial y la santidad del cuerpo como templo de Dios.
El Señor muestra que el desorden sexual lleva a la degradación personal y social, mientras que la obediencia conduce a la vida y la comunión.
En una cultura moderna que normaliza la inmoralidad, Levítico 18 sigue recordando que el pueblo de Dios está llamado a vivir diferente, no por legalismo, sino por amor y gratitud hacia el Dios que nos ha redimido.
Jesucristo llevó en Su cuerpo nuestras impurezas y nos dio el Espíritu Santo para que podamos vivir en santidad, dominio propio y pureza interior.
Este capítulo nos desafía a honrar a Dios con nuestro cuerpo, nuestras relaciones y nuestros pensamientos, reconociendo que la santidad es el lenguaje del amor verdadero.
- Un llamado a la separación moral (Levítico 18:1-5)
- Jehová habla a Moisés y ordena a Israel que no imite las costumbres de Egipto ni de Canaán, las tierras donde había vivido y a las que iba a entrar (v.1-3).
- Dios establece que Su pueblo debía obedecer Sus estatutos y ordenanzas, porque en ellos encontrarían vida y bendición (v.4-5).
- Esta introducción resalta que la santidad no es solo ritual, sino también moral y sexual, y que la obediencia a Dios es lo que da vida verdadera.
2. Relaciones sexuales prohibidas dentro de la familia (Levítico 18:6-18)
- Nadie debía descubrir la desnudez (una expresión que significa tener relaciones sexuales) con ningún familiar cercano (v.6).
- Se prohíben relaciones con:
- Madre o madrastra (v.7-8)
- Hermana, media hermana o nieta (v.9-10)
- Tía paterna o materna (v.12-14)
- Nuera o cuñada (v.15-16)
- Mujer y su hija o nieta (v.17)
- Hermana de la esposa mientras ésta viva (v.18)
- Estas prohibiciones establecen límites claros para proteger la pureza familiar y la dignidad del cuerpo humano.
3. Otras prácticas prohibidas (Levítico 18:19-23)
- No se debía tener relaciones sexuales con una mujer durante su menstruación (v.19).
- Se prohíbe el adulterio, es decir, tener relaciones con la esposa de otro hombre (v.20).
- Se prohíbe entregar a los hijos a Moloc, un dios pagano al que se sacrificaban niños en fuego (v.21).
- Se condena la homosexualidad, diciendo:
“No te echarás con varón como con mujer; es abominación” (v.22).
- También se prohíbe la bestialidad, tener relación con animales, tanto a hombres como a mujeres (v.23).
- Estas leyes no solo definen pureza sexual, sino que protegen la vida, el matrimonio y la imagen de Dios en el ser humano.
4. Advertencia contra la impureza de las naciones (Levítico 18:24-30)
- Dios advierte que estas prácticas hicieron impuras a las naciones de Canaán, por lo cual serían expulsadas de la tierra (v.24-25).
- Israel debía mantenerse apartado de esas abominaciones, o la tierra los vomitaría como a los pueblos anteriores (v.26-28).
- Jehová llama a Su pueblo a guardar todas Sus leyes y decretos, recordando que la pureza sexual es una señal visible de santidad y pacto con Dios (v.30).
Versículo clave de Levítico 18:
Mis ordenanzas, pues, pondréis por obra; y no haréis ninguna de estas abominaciones, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Levítico 18:26
En este capítulo, Dios establece leyes sobre la pureza moral y sexual, advirtiendo a Israel que no siga las prácticas impuras de Egipto ni de Canaán, las naciones entre las que habitaría. Estas culturas estaban marcadas por la inmoralidad, la idolatría y la corrupción, y Dios llama a su pueblo a vivir de una manera diferente: santa y separada para Él.
El versículo clave resume el corazón del mensaje: obedecer las ordenanzas del Señor y rechazar todo lo que contamina. Dios no solo da mandamientos, sino que protege a su pueblo del daño que el pecado trae a la vida, la familia y la sociedad. Su propósito no era restringir la libertad, sino preservar la pureza y la bendición de su presencia entre ellos.
Hoy, en un mundo que también normaliza lo inmoral y lo contrario a la Palabra, este capítulo nos recuerda que la santidad sigue siendo el llamado de Dios para su pueblo. No estamos llamados a parecernos al mundo, sino a reflejar el carácter de Cristo. La pureza no es una carga, sino una respuesta amorosa al Dios que nos ha hecho suyos.
Oración:
Señor, gracias porque tus mandamientos son buenos y me guardan del mal. Ayúdame a vivir con pureza y obediencia, rechazando todo lo que me aparte de ti. Que mi cuerpo y mi corazón sean templos de tu Espíritu Santo. En medio de un mundo que ignora tu verdad, haz que mi vida refleje tu santidad y tu amor. Fortaléceme para honrarte en mis pensamientos, palabras y acciones. En el nombre de Jesús, Amén.