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Resumen de Levítico 16 – El Día de la Expiación (Yom Kippur)
Levítico 16 es el corazón del libro y uno de los momentos más santos de toda la Ley. El Día de la Expiación (Yom Kippur) representaba la reconciliación anual entre Dios y Su pueblo.
Este día recordaba que el pecado es real, que requiere sangre para ser perdonado, y que solo un mediador escogido podía entrar ante la presencia divina.
Los dos machos cabríos resumen el mensaje del Evangelio:
- Uno moría como sacrificio, mostrando la expiación por la sangre derramada.
- El otro era enviado lejos, simbolizando que el pecado era quitado y olvidado (Salmo 103:12).
Aarón debía entrar con humildad, vestido de lino sencillo, para mostrar que nadie puede presentarse ante Dios con orgullo ni mérito propio. Todo dependía de la misericordia y el perdón divinos.
En Cristo, el Día de la Expiación alcanza su plenitud: Él es el Sumo Sacerdote y el sacrificio perfecto (Hebreos 9:11-14).
Su sangre no se ofreció cada año, sino una vez para siempre, abriendo el camino al Lugar Santísimo del cielo.
Y como el chivo enviado al desierto, Jesús llevó nuestros pecados fuera del campamento, para que nosotros pudiéramos ser reconciliados con Dios.
Este capítulo nos invita a vivir en humildad, arrepentimiento y gratitud, recordando que nuestra comunión con Dios no depende de rituales, sino del sacrificio eterno de Cristo, quien nos limpia, nos reconcilia y habita en nosotros como presencia viva de Su gracia.
- El contexto del Día de la Expiación (Levítico 16:1-2)
- Después de la muerte de Nadab y Abiú (Levítico 10), Jehová advierte que Aarón no puede entrar al Lugar Santísimo en cualquier momento, sino solo bajo condiciones específicas (v.1-2).
- Allí, detrás del velo, está el propiciatorio sobre el arca, donde se manifiesta la gloria de Dios.
- Entrar sin la debida preparación significaba la muerte, mostrando que la presencia divina requiere absoluta santidad.
2. Los sacrificios requeridos (Levítico 16:3-6)
- Aarón debía presentarse con un becerro como sacrificio por el pecado y un carnero como holocausto (v.3).
- Debía vestir vestiduras sagradas de lino, lavar su cuerpo y ponerse el cinturón y la mitra (v.4).
- Tomaba de la congregación dos machos cabríos para expiación y un carnero para holocausto (v.5).
- Ofrecía primero el becerro por su propio pecado, para hacer expiación por sí y su casa (v.6).
3. Los dos machos cabríos: uno para Jehová y otro para Azazel (Levítico 16:7-10)
- Aarón debía presentar los dos machos cabríos ante Jehová, a la entrada del tabernáculo (v.7).
- Echaba suertes: una por Jehová y otra por Azazel (v.8).
- El macho cabrío por Jehová se ofrecía en sacrificio por el pecado del pueblo.
- El macho cabrío por Azazel (el “chivo expiatorio”) era enviado vivo al desierto, simbolizando la remoción total del pecado (v.9-10).
4. El rito dentro del Lugar Santísimo (Levítico 16:11-19)
- Aarón sacrificaba el becerro por su propio pecado y llevaba su sangre tras el velo (v.11-14).
- Entraba con incienso encendido para cubrir el propiciatorio con humo, evitando mirar directamente la gloria de Dios (v.12-13).
- Rociaba la sangre sobre y delante del propiciatorio siete veces (v.14).
- Luego sacrificaba el macho cabrío por el pueblo y hacía lo mismo con su sangre (v.15-16).
- Así purificaba el santuario de las impurezas y transgresiones de Israel.
5. El envío del chivo expiatorio (Levítico 16:20-22)
- Aarón imponía sus manos sobre el macho cabrío vivo, confesando todas las iniquidades del pueblo (v.21).
- Luego lo enviaba al desierto en manos de un hombre designado, para que llevara sobre sí todas las culpas lejos del campamento (v.22).
- Este rito representaba el perdón y la eliminación total del pecado, una figura perfecta del sacrificio de Cristo.
6. Purificación final y orden perpetuo (Levítico 16:23-34)
- Aarón se quitaba las vestiduras de lino, se lavaba y ofrecía los holocaustos por sí mismo y por el pueblo (v.23-25).
- El que llevaba el chivo y los que manipulaban los cuerpos de los animales debían lavarse antes de volver al campamento (v.26-28).
- Dios ordena que este ritual se celebre una vez al año, el décimo día del mes séptimo, como estatuto perpetuo (v.29-31).
- Era un día de ayuno, reposo y humillación, en el cual se hacía expiación por todos los pecados de Israel (v.34).
Versículo clave de Levítico 16:
Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová. Levítico 16:30
Este capítulo describe uno de los momentos más solemnes del calendario israelita: el Día de la Expiación (Yom Kippur). En este día, el sumo sacerdote debía entrar al Lugar Santísimo, una vez al año, con sangre de sacrificios para hacer expiación por los pecados del pueblo. Era un día de profundo arrepentimiento y de restauración de la comunión con Dios.
El versículo clave revela el propósito del día: ser limpios de todos los pecados delante de Jehová. No se trataba solo de un rito, sino de un acto de gracia en el que Dios perdonaba y purificaba a su pueblo. Dos machos cabríos eran usados: uno se sacrificaba, y el otro —el chivo expiatorio— era enviado al desierto, simbolizando que los pecados eran quitados y llevados lejos del campamento.
Todo este ritual apuntaba proféticamente a la obra de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote perfecto. Él no entra cada año con sangre ajena, sino que una vez para siempre ofreció su propia sangre para nuestra redención eterna (Hebreos 9:12). En Jesús, encontramos la expiación completa y el perdón total que este día anticipaba.
Oración:
Señor, gracias porque en Cristo tengo perdón y limpieza total. Tú has quitado mis pecados y los has llevado lejos, para no recordarlos más. Ayúdame a vivir con gratitud, sabiendo que Jesús es mi Sumo Sacerdote eterno. Enséñame a valorar tu gracia y a mantener mi corazón limpio delante de ti. Que mi vida sea una respuesta de adoración al sacrificio perfecto de tu Hijo. En el nombre de Jesús, Amén.