Guerrero de DIOS: A Dios en primer lugar

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Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. Juan 15:12-15

¿Alguna vez has sentido que Dios está lejos? En esos momentos, quizás te preguntas qué tan involucrado está realmente en tu vida. Cuando los sentimientos te confunden, vuelve a la verdad de la Palabra: los Evangelios son el testimonio más claro del deseo de Dios por una relación cercana e íntima con nosotros.

La vida de Jesús revela ese deseo en cada detalle. Él se acercaba a desconocidos, les ofrecía consuelo y los invitaba a caminar con Él. Animaba a Sus seguidores con palabras de esperanza, pero también los instruía con las verdades profundas que había recibido del Padre (Juan 7:16) y los llamaba a la obediencia. Además, compartió momentos íntimos con algunos de ellos, como en la transfiguración o en Su oración final en Getsemaní (Marcos 9:2; Mateo 26:36-37).

El amor de Cristo quedó demostrado en Su entrega voluntaria: murió en nuestro lugar para hacernos parte de la familia de Dios. Gracias a Su sacrificio, ahora podemos disfrutar una comunión directa con el Padre. Y el Espíritu Santo, que habita en cada creyente, nos recuerda constantemente esa cercanía y el profundo conocimiento que Dios tiene de nosotros.

Dios ya hizo posible la intimidad con Él. Pero muchas veces somos nosotros quienes ponemos distancia. Las distracciones, las preocupaciones terrenales o las prioridades mal ordenadas pueden enfriar nuestra comunión con el Señor. Hoy, haz un compromiso: pon a Dios en primer lugar. Búscalo con todo tu corazón, porque Él anhela caminar contigo cada día en amor, amistad y propósito.

Señor, gracias porque me llamas amigo y me invitas a una relación cercana contigo. Perdóname por las veces en que he permitido que las distracciones me alejen de Tu presencia. Enséñame a priorizarte por encima de todo y a disfrutar de la intimidad que Tú ofreces. Que mi vida refleje el amor y la amistad que encuentro en Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.