Guerrero de DIOS: Los frutos del espíritu

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Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Hechos 1:8

Si has recibido a Jesús como tu Salvador, el mismo Espíritu Santo que resucitó a Cristo de entre los muertos habita ahora en ti (Romanos 8:11). Piensa en eso: el poder que levantó a Jesús vive dentro de ti. Y ese mismo Espíritu derrama Su fuerza y energía divina para producir una vida piadosa en todos los que siguen al Señor.

En Gálatas 5:22-23 leemos sobre el fruto del Espíritu, que refleja el carácter y la conducta que el Espíritu Santo produce en nosotros: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Estas virtudes no se generan por esfuerzo humano, sino por la obra del Espíritu en un corazón rendido a Dios.

El mundo no necesita más palabras vacías o mensajes superficiales; necesita ver el evangelio vivido con autenticidad. La manera más poderosa de compartir a Cristo no siempre es con un sermón, sino con una vida transformada: familias que se aman, creyentes que sirven con humildad, empleados que trabajan con integridad y corazones que reflejan la paz de Dios en medio del caos.

Cada vez que eliges responder con paciencia en lugar de frustración, o con paz en vez de ansiedad, estás predicando un mensaje vivo del evangelio. La mayor demostración del poder de Dios no siempre viene desde un púlpito, sino desde una vida que revela a Jesús en lo cotidiano.

Espíritu Santo, gracias por habitar en mí y darme el poder para vivir como testigo de Cristo. Produce en mí Tu fruto y transforma mi carácter para reflejar el amor y la paz de Jesús. Que mis palabras y acciones proclamen Tu verdad y Tu gracia a quienes me rodean. En el Nombre de Jesús, Amén.