Levítico 5 – Pecados por ignorancia y la ofrenda por la culpa
Levítico 5 enseña que Dios toma en serio tanto los pecados intencionales como los cometidos por ignorancia o descuido. No hay pecado demasiado pequeño para pasar inadvertido ante Su santidad. Cada error o falta requiere reconocimiento y expiación, porque todo pecado, consciente o no, hiere la comunión con Dios.
La provisión de diferentes tipos de ofrendas (animal, ave o harina) muestra la gracia e igualdad de Dios: todos, sin importar su condición económica, pueden hallar perdón si se acercan con fe y arrepentimiento.
La restitución en los casos de culpa enseña que el arrepentimiento genuino no solo confiesa el error, sino que repara el daño en la medida de lo posible.
Esto refleja el carácter justo y restaurador de Dios, que no busca castigar, sino restaurar la comunión y la integridad del corazón.
En Cristo encontramos el cumplimiento de este principio: Él es el Cordero y la ofrenda perfecta, quien cargó con nuestras culpas y nos reconcilió completamente con Dios. Su sacrificio no solo borra la falta, sino que restaura lo que el pecado había dañado.
Este capítulo nos llama a vivir con conciencia sensible ante el pecado, a confesarlo con humildad y a actuar con integridad, sabiendo que el perdón divino siempre está disponible para el corazón arrepentido.
1. Pecados que requieren confesión y sacrificio (Levítico 5:1-6)
- Si alguien no declaraba un testimonio que conocía, cargaba con su culpa (v.1).
- Si tocaba algo inmundo (como cadáver, animal impuro o impureza humana) y lo ocultaba, era culpable (v.2-3).
- Si alguien juraba sin pensar y luego comprendía su error, debía reconocerlo (v.4).
- En todos estos casos debía confesar el pecado cometido (v.5).
- Luego ofrecía una hembra del rebaño (oveja o cabra) por sacrificio de expiación; y el sacerdote hacía expiación, y era perdonado (v.6).
2. Ofertas alternativas para los pobres (Levítico 5:7-13)
- Si no podía ofrecer un cordero, debía presentar dos tórtolas o dos palominos:
- Uno como sacrificio por el pecado,
- El otro como holocausto (v.7).
- Si tampoco podía ofrecer aves, debía traer la décima parte de un efa de flor de harina, sin aceite ni incienso (v.11).
- El sacerdote tomaba una porción memorial y la quemaba sobre el altar. Así el pecador era perdonado (v.13).
3. La ley de la ofrenda por la culpa (Levítico 5:14-19)
- Si alguien cometía un error en las cosas santas de Jehová, debía ofrecer un carnero sin defecto y añadir el valor de lo dañado más una quinta parte adicional (v.15-16).
- Esto mostraba que el perdón no solo implicaba arrepentimiento, sino también restitución.
- Si alguien hacía algo prohibido por los mandamientos, aunque sin saberlo, debía presentar un carnero como ofrenda por la culpa (v.17-18).
- Así el sacerdote hacía expiación por él, y era perdonado (v.18-19).
Versículo clave de Levítico 5:
Cuando pecare en alguna de estas cosas, confesará aquello en que pecó, y para su expiación traerá a Jehová por su pecado que cometió, una hembra de los rebaños, una cordera o una cabra como ofrenda de expiación; y el sacerdote le hará expiación por su pecado. Levítico 5:5-6
En este capítulo, Dios continúa instruyendo a su pueblo sobre el sacrificio por el pecado y por la culpa. Aquí se destaca un paso esencial antes del sacrificio: la confesión. Antes de ofrecer la ofrenda, el pecador debía reconocer lo que había hecho. No bastaba con cumplir un rito; Dios deseaba un corazón sincero y arrepentido.
El versículo clave nos enseña que la confesión es parte vital del perdón. No porque Dios necesite oír lo que ya sabe, sino porque nosotros necesitamos reconocerlo para ser libres. La confesión rompe el poder del pecado y abre el camino a la restauración.
Este capítulo también muestra la gracia de Dios: no importa si la persona era rica o pobre, cada uno podía traer una ofrenda acorde a sus posibilidades. El perdón estaba disponible para todos. Esto revela el corazón inclusivo de Dios, que no hace acepción de personas.
En Cristo, encontramos el cumplimiento perfecto de esta verdad. Su sangre limpia todo pecado, y cuando confesamos nuestras faltas, Él es fiel y justo para perdonarnos (1 Juan 1:9). No hay culpa tan grande que la gracia de Jesús no pueda borrar.
Oración:
Señor, gracias porque me enseñas el poder de la confesión y me ofreces perdón completo en Cristo. Ayúdame a no ocultar mis faltas, sino a presentarlas ante ti con humildad. Limpia mi corazón de toda culpa y enséñame a vivir en tu gracia y verdad. Gracias porque en Jesús tengo redención y libertad. En el nombre de Jesús, Amén.