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Levítico 2 – La ley de la ofrenda de cereal (oblación)
Levítico 2 enseña que el culto a Dios no se limita al sacrificio de animales, sino que incluye también ofrendas de gratitud y consagración.
La ofrenda de cereal representaba el trabajo y sustento diario del adorador, reconociendo que todo lo que poseemos viene de Dios.
La ausencia de levadura y miel enseñaba que el servicio a Dios debía ser puro, sin corrupción ni mezcla de lo mundano. En contraste, la sal del pacto recordaba la fidelidad, permanencia y pureza del compromiso con Jehová.
El hecho de que el sacerdote participara del resto de la ofrenda muestra la comunión entre Dios, Sus siervos y el pueblo: la adoración no solo honra a Dios, sino que bendice y alimenta espiritualmente a la comunidad de fe.
Cristo, el pan de vida, es la plenitud de esta ofrenda: Su vida fue presentada sin mancha ni corrupción, completamente entregada a la voluntad del Padre. Así como la sal preserva, Su pacto nos conserva en la gracia y pureza del Espíritu.
Este capítulo nos invita a vivir en agradecimiento constante, pureza y fidelidad, ofreciendo a Dios lo mejor de nuestro trabajo y corazón.
1. La ofrenda de harina fina (Levítico 2:1-3)
- Cuando alguien ofrecía a Jehová una ofrenda de cereal, debía ser de flor de harina, sobre la cual se ponía aceite e incienso (v.1).
- El sacerdote tomaba una porción como memorial y la quemaba sobre el altar como ofrenda encendida de olor grato a Jehová (v.2).
- El resto de la ofrenda pertenecía a Aarón y a sus hijos; era cosa santísima de las ofrendas encendidas a Jehová (v.3).
2. La ofrenda cocida en horno (Levítico 2:4)
- Si la ofrenda se cocía en horno, debía ser de tortas sin levadura amasadas con aceite, o obladas sin levadura untadas con aceite.
- La levadura y la miel estaban prohibidas, porque representaban corrupción y fermentación.
3. La ofrenda cocida en sartén o cazuela (Levítico 2:5-10)
- Si era cocida en sartén, debía ser de flor de harina sin levadura, amasada con aceite (v.5).
- Luego se partía en pedazos y se rociaba con más aceite (v.6).
- Si se preparaba en cazuela, también se ofrecía con las mismas condiciones (v.7).
- De todas estas variedades, el sacerdote tomaba una parte como memorial y la quemaba sobre el altar; el resto era para los sacerdotes (v.8-10).
4. Prohibición de levadura y mandato de la sal (Levítico 2:11-13)
- Ninguna ofrenda debía hacerse con levadura ni miel, porque simbolizaban corrupción y fermentación (v.11).
- Toda ofrenda debía ser sazonada con sal, símbolo del pacto eterno de Dios, que preserva y purifica (v.13).
- “No harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios.”
5. La ofrenda de primicias (Levítico 2:14-16)
- Si se ofrecían primicias, debía presentarse grano tostado o molido, de espigas nuevas, con aceite e incienso (v.14-15).
- El sacerdote tomaba la porción memorial y la quemaba en el altar como ofrenda de olor grato a Jehová (v.16).
Versículo clave de Levítico 2:
Cuando alguna persona ofreciere oblación a Jehová, su ofrenda será flor de harina, sobre la cual echará aceite, y pondrá sobre ella incienso. Levítico 2:1
En este capítulo se presenta la oblación o ofrenda de cereal, un sacrificio sin sangre que simbolizaba gratitud, dedicación y comunión con Dios. La ofrenda consistía en flor de harina, aceite e incienso: tres elementos que reflejan pureza, unción y adoración. Era una forma en que el pueblo reconocía que todo lo que tenía provenía del Señor.
La flor de harina, fina y sin impurezas, representa una vida refinada y consagrada; el aceite simboliza la unción del Espíritu Santo; y el incienso, la oración que sube como aroma agradable ante Dios. Ningún ingrediente debía faltar, pues juntos expresaban una adoración completa y sincera.
Espiritualmente, esta ofrenda apunta a Cristo como el Pan de Vida, perfecto en pureza, lleno del Espíritu y cuya vida fue un aroma grato para el Padre. También nos enseña que nuestro servicio y adoración deben ofrecerse con gratitud, pureza y bajo la unción del Espíritu Santo.
Oración:
Señor, gracias porque todo lo que tengo proviene de ti. Recibe mi vida como una ofrenda de gratitud, limpia de impurezas y llena de tu Espíritu. Que mi adoración sea como incienso agradable ante tu presencia, y que mi servicio sea siempre sincero y consagrado. Enséñame a vivir con gratitud y a ofrecerte lo mejor de mí en todo momento. En el nombre de Jesús, Amén.