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Génesis 21 – El Nacimiento de Isaac, la Expulsión de Agar y la Alianza con Abimelec
Génesis 21 es un capítulo clave que reúne el cumplimiento de la promesa, el dolor de la separación, y el establecimiento de relaciones pacíficas.
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Isaac representa la fidelidad de Dios que cumple lo que promete, incluso cuando todo parecía imposible.
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La historia de Agar e Ismael enseña que Dios ve, oye y cuida, aun a los que parecen estar fuera de su plan directo.
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El pacto con Abimelec muestra que el favor de Dios sobre sus siervos se nota públicamente, y que el testimonio del creyente puede abrir puertas para la paz.
Este capítulo nos llama a esperar en Dios con confianza, tratar a todos con justicia, y vivir como testigos de su fidelidad en medio de un mundo que observa nuestras acciones.
1. Nace Isaac, el Hijo Prometido (Génesis 21:1-7)
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Jehová cumple su promesa y visita a Sara, quien concibe y da a luz un hijo a Abraham en su vejez, en el tiempo señalado por Dios (v.1-2).
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Abraham llama al niño Isaac, que significa “risa”, y lo circuncida al octavo día conforme al mandamiento (v.3-4).
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Abraham tenía cien años al nacer Isaac (v.5), y Sara dice:
“Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo” (v.6).
Dios muestra que nada es imposible para Él, y que su fidelidad se cumple a su tiempo, no al ritmo humano.
2. Agar e Ismael Son Echados (Génesis 21:8-21)
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En la fiesta del destete de Isaac, Sara ve que Ismael se burla y le pide a Abraham que expulse a Agar y a su hijo (v.8-10).
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Esto entristece a Abraham, pero Dios le dice que escuche a Sara, porque la promesa será cumplida por medio de Isaac, aunque también hará de Ismael una gran nación (v.11-13).
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Abraham despide a Agar con pan y agua. Ella vaga por el desierto hasta que el agua se acaba y deja al niño bajo un arbusto, esperando su muerte (v.14-16).
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Pero Dios oye el clamor del muchacho, y un ángel le dice a Agar:
“No temas; levántate… porque haré de él una gran nación” (v.17-18).
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Dios le abre los ojos y ve un pozo, con lo cual salvan sus vidas (v.19). Ismael crece en el desierto, se convierte en arquero y habita en Parán, y su madre le consigue mujer egipcia (v.20-21).
Dios demuestra que es fiel no solo a sus promesas, sino también misericordioso con los que sufren, incluso fuera del linaje de la promesa.
3. Pacto de Abraham con Abimelec en Beerseba (Génesis 21:22-34)
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Abimelec y su jefe de ejército, Ficol, reconocen que Dios está con Abraham en todo lo que hace (v.22).
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Le piden que no les haga daño ni a ellos ni a su descendencia, y Abraham jura hacerlo (v.23-24).
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Abraham se queja de un pozo que sus siervos cavaron y que fue tomado por los siervos de Abimelec, y éste dice que no lo sabía (v.25-26).
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Para sellar el pacto, Abraham da ovejas y vacas, y separa siete corderas como testimonio de que ese pozo es suyo (v.27-30). Por eso el lugar se llama Beerseba, que significa “pozo del juramento” o “pozo de las siete” (v.31).
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Abimelec regresa a su tierra, y Abraham planta un tamarisco en Beerseba y invoca el nombre de Jehová, Dios eterno (v.33).
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Abraham habita como extranjero en tierra de los filisteos por muchos días (v.34).
Este pacto marca un momento de reconocimiento público de la bendición de Dios sobre Abraham, y de paz con las naciones vecinas.
Versículo clave de Génesis 21:
Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como había hablado. Génesis 21:1
Este versículo abre uno de los momentos más esperados y milagrosos en la vida de Abraham y Sara: el nacimiento de Isaac. Después de años de espera, dudas y promesas repetidas, Dios cumple Su palabra de manera precisa y perfecta. Lo que para los hombres era imposible —que una mujer anciana concibiera— se convierte en una realidad gloriosa por el poder de Dios.
La expresión “como había dicho” y “como había hablado” resalta la fidelidad de Dios. Él no olvida lo que promete, y su tiempo es siempre el correcto. Aunque Sara se había reído de incredulidad en el pasado, ahora ríe de gozo por el cumplimiento de lo que parecía inalcanzable.
Este versículo nos recuerda que Dios es fiel en cada detalle de Su palabra, y que nada puede impedir que se cumpla Su propósito. A veces, el cumplimiento de Sus promesas puede tardar desde nuestra perspectiva, pero nunca se retrasa desde la Suya. Nos anima a esperar con fe y a confiar en que Dios está obrando, incluso cuando no lo vemos.
Oración:
Señor, gracias porque Tú siempre cumples lo que prometes. Aunque a veces mis ojos no vean y mi corazón dude, ayúdame a recordar que Tu palabra no falla. Enséñame a esperar en Ti con esperanza y paciencia, confiando en que Tu tiempo es perfecto. Así como visitaste a Sara y cumpliste lo que habías dicho, creo que también me visitarás a mí en mi necesidad y traerás cumplimiento a tus promesas. Que mi fe no se debilite, sino que se fortalezca al recordar Tu fidelidad. En el nombre de Jesús, Amén.