Si miramos a través de la ventana de la cocina, podemos ver un camino que va desde nuestro portal por la hierba hasta la propiedad adyacente a la nuestra. Esa propiedad le pertenece a mi mamá y ese camino también.
Algún tiempo atrás, estuve involucrada en un accidente que resultó casi mortal. Con nueve huesos rotos y otras lesiones, necesitaba de cuidado continuo y mi futura recuperación incluía una posible estadía en un centro de rehabilitación.
Mi esposo decidió llevarme a casa, unos pocos días antes que me dieran de alta. El doctor lo aprobó y el equipo que iba a necesitar fue enviado y puesto en una habitación vacía. Wally y mamá aceptaron la responsabilidad de cuidarme durante las veinticuatro horas del día.
Entonces fue cuando comenzó su camino. Se continuó usando cada día. Durante los próximos dos meses y medio, mamá pasó por ese sendero bajo el sol, la lluvia, la nieve y lloviznas frías durante la mañana y las horas de la tarde, incluso en ocasiones en medio de la noche.
Yo lo llamo el camino de amor. Las cosas que hizo por mí en ese tiempo son tantas como las estrellas del cielo. Me cuidó como solo una madre puede hacerlo. Nunca olvidaré el amor, la ternura y la gentileza que me demostró. Dieciocho meses después, el camino permanece, una señal visible del amor de una madre.
El amar y ser amado es sentir el sol en ambos lados.
Bárbara Johnson
Proverbios 31:10
Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su ESTIMA sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
Proverbios 31:29
Muchas mujeres hicieron el bien; mas tú sobrepasas a todas.
Fuente: Historias de aliento para el corazón de una Madre, Editorial Unilit