(Lee al final el estudio un devocional de Salmos 141. Esperamos sea de bendición para ti)
Salmo 141: Guarda mis palabras y actos, y protégeme de los caminos de los impíos.
El Salmo 141 es una oración atribuida a David, en la que se busca la guía y protección de Dios sobre sus palabras, acciones y las relaciones que establece con las personas a su alrededor. Representa una súplica de un corazón que desea ser saciado con la rectitud, la corrección y la guía de Dios. Exploremos los temas y mensajes clave de este salmo.
En los versículos iniciales del Salmo 141, David pide a Dios que escuche su oración y lo premie con Su presencia. Reconoce que su oración es como una ofrenda de incienso, un aroma fragante que se eleva hasta El Señor. David expresa el deseo de que sus oraciones sean aceptables para el Todopoderoso, subrayando la sinceridad y pureza de su corazón.
Los versículos 3 y 4 se centran en la súplica de David para que Dios guíe y proteja sus palabras. La petición ahora se centra en suplicar que sea puesta guardia sobre su boca y vigilancia sobre la puerta de sus labios. David reconoce la posibilidad de que sus palabras le causen daño a él o a otros, o le lleven por mal camino, y busca la ayuda del Señor para mantener bajo control y en prudencia, su forma de hablar. Expresa su deseo de no dejarse arrastrar por el mal ni ser seducido por las acciones de los malvados.
En los versículos 5 y 6, David reconoce el valor de recibir la corrección de las personas justas. Agradece la reprimenda de los justos, reconociéndola como un bálsamo precioso y curativo. David contrasta esta gracia con el destino de los malvados e impíos, que no buscan la corrección y acaban consumidos por su propia maldad.
Pasando a los versículos 7 y 8, David expresa su confianza en Dios ante la adversidad. Compara a sus enemigos con trampas y lazos que pretenden atraparle. David implora la intervención de Dios, pidiéndole que le libre de sus garras. Reconoce a Dios como su refugio y su única esperanza de verdadera libertad.
En los versículos 9 y 10, David dirige su atención al destino de los impíos y a las consecuencias de sus actos. En oración ruega por la caída de los que se oponen injustamente a él, reconociendo que caerán en sus propias trampas. David expresa su confianza en que los justos le darán gracias, prevalecerán y le rodearán, reconociendo la fidelidad y la protección del Padre de los cielos.
El salmo concluye con la súplica de David por la presencia y la guía continuas de Dios en Su vida. Pide al Señor que no le abandone a los deseos de los malvados y le de la fortaleza para no dejarse llevar por sus tentaciones que buscan seducir su corazón para hacerlo caer en el camino del mal, el cuál es contrario a todo amor del Señor. Al mismo tiempo, David expresa su deseo de buscar continuamente a Dios y de encontrar refugio en Él.
En resumen, el Salmo 141 es una sentida oración para suplicar por la guía y sabiduría de Dios en cuanto a la salvaguarda de nuestras palabras, la prudencia de nuestros actos y la inclinación de nuestro corazón hacia la justicia que nos aleje de la maldad de los impíos. Refleja el reconocimiento de David del poder de las palabras y su deseo de utilizarlas sabiamente. Este salmo sirve de recordatorio para que los creyentes busquen la guía y la protección de Dios sobre su forma de hablar y de actuar, estén abiertos a la corrección y confíen en Dios como refugio y libertador, en todo tiempo y circunstancia.
Devocional:
Jehová Señor, potente salvador mío, Tú pusiste a cubierto mi cabeza en el día de batalla. (Salmos 140:7)
Siento una profunda admiración y afecto por el testimonio del profeta Daniel. Su vida nos ha dejado un legado de fe, perseverancia y servicio. Sus firmes principios le llevaron a la élite babilónica y medo-persa, lo que provocó la ira de los demás príncipes del reino. Al igual que David, Daniel tuvo muchos enemigos, pero ninguno de ellos tuvo éxito y ninguna de sus trampas funcionó. En el intento más feroz de destruirle, sus estrategias, consideradas infalibles, fueron derrotadas por una sola acción de Daniel: … tres veces al día se arrodillaba y oraba y daba gracias ante su Dios, como solía hacer. (Dan. 6:10).
¿Con qué frecuencia actuamos según nuestros impulsos cuando la solución está en una vida de oración? La oración aceptable a Dios (v. 2) no es la más larga ni la más elocuente, sino la sincera. David hizo cuatro peticiones en este Salmo:
1. Calla mis labios, Señor (v.3);
2. 2. Haz escudo en mi corazón de la maldad para que pueda cuidar de tu santuario (v. 4);
3. Que acepte ser reprendido por los justos (v.5);
4. Guárdame de las trampas de los hombres malvados haciendo justicia por mí (vv.9 y 10).
En medio de las presiones de un mundo que nos dice que tenemos que decir lo que pensamos y seguir los deseos de nuestro corazón, callar se considera una insensatez. Pero el Señor nos invita a probar y ver que es bueno y fiel, y a exclamar como el salmista: «¡En ti confío!» (v. 8). La vida de oración de Daniel le libró indemne del foso de los leones. Del mismo modo, Dios quiere bendecirnos.
El Señor me ha librado de varios «fosos» cuando clamo a Él, y en algunos de ellos me ha concedido el don de perder enemigos y ganar amigos. Tenemos muchos ejemplos hermosos del poder de la oración en la Biblia, pero Dios nos invita a saborear ese mismo poder cada día. Hay un poder disponible para cualquiera que Le busque sinceramente, como dice cierta frase de un autor desconocido: «El poder del cristiano no está en la fuerza de los brazos extendidos, sino en las marcas de las rodillas dobladas».
Que nuestra oración sea siempre que el Señor contenga nuestros labios; que nuestros corazones no se inclinen al mal ni a caminar en compañía de quienes no nos edifican; que tengamos la humildad de reconocer nuestros errores y escuchar la amonestación de quienes nos aman; que si tenemos que decir algo, sean palabras agradables; y que Dios nos libre de las trampas de los malvados. Entonces, en manos del Señor de los ejércitos, al igual que David y Daniel, podremos decir con convicción: «Mientras yo pasaré adelante.» (Salmos 141:10). ¡Velemos y oremos!
¡Buenos días, hombres y mujeres de oración!
Oración:
Señor, cada día fortalece mi vida en oración. Que no callen mis súplicas, alabanzas y acciones de gracia a Ti y que Te busque continuamente en todo tiempo, pues sólo en Ti hallaré la liberación de las trampas del enemigo, sólo en Ti encontré el camino a la vida verdadera. Gracias Señor. En El Nombre de Jesús, Amén.