(Lee al final el estudio contextual resumido de este devocional. Esperamos sea de bendición)
Palabra:
Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. (Romanos 9:15)
Y Dios es un Padre tan bueno y amoroso, hasta el punto de ofrecer la gracia a los pecadores que sólo merecen su justicia y su justa condena por la rebelión de sus corazones, y por haberse tercamente apartado de Sus buenos caminos. Dios no es injusto. Da al hombre justicia o misericordia. Para los que continúan en la obstinación de su corazón, su justicia se impartirá a su debido tiempo, pero para los que reconocen sus pecados y buscan el perdón, su misericordia surgirá como la aurora, llevando la luz a sus tinieblas, revelando la gloria del Sol de Justicia, ¡nuestro Bendito Salvador Jesús!
Porque dice a Moisés: «Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca». Romanos 9:15
Hermanos y amigos que leen este mensaje, no hay forma de que podamos responder a la pregunta del salmista sin temor en nuestros corazones: «Señor, ¿quién habitará en tu santuario? ¿Quién podrá habitar en tu monte santo?». A causa de mis pecados, no soy digno de habitar en el monte de Dios. ¿Cómo podemos librarnos de esta horrible y aterradora condición? El Señor del tabernáculo y el dueño de la montaña nos ha revelado lo que debemos hacer.
Oración:
Señor, con humildad, reconozco mi indignidad y pecados, pero en la grandeza de Tu misericordia, encuentro esperanza y perdón. Gracias por Tu cuidado y porque, en Tu presencia me permites caminar confiado de que siempre estaré protegido y librado de cualquier mal. ¡Bendito sea Tu nombre por siempre, Padre! Amén.
Resumen de Romanos 9
Romanos 9 marca una sección profunda en la carta de Pablo, donde el apóstol expresa su gran tristeza por la incredulidad de Israel, su propio pueblo. Aunque ellos recibieron privilegios especiales —la adopción, la gloria, los pactos, la ley, el culto y las promesas— muchos rechazaron al Mesías. Pablo aclara que no todos los descendientes de Abraham son verdaderamente hijos de Dios, sino aquellos que son hijos de la promesa. Usa los ejemplos de Isaac e Ismael, y de Jacob y Esaú, para mostrar que Dios elige conforme a su propósito soberano, no por obras humanas. En el versículo 15, Pablo cita a Dios diciendo a Moisés: “Tendré misericordia del que yo tenga misericordia”, subrayando que la salvación depende de la gracia divina, no del esfuerzo humano. El capítulo concluye mostrando que los gentiles alcanzaron la justicia por la fe, mientras que Israel tropezó al confiar en sus propias obras.
Referencias cruzadas de Romanos 9:15
- Éxodo 33:19
“Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.” - Tito 3:5
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.”
Efesios 2:8-9
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”